Señor Jesús Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mi, que soy un pobre pecador.

SI A LA VIDA

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NO al aborto

EN QUE CREEMOS

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Preocupa enormemente a los padres cuando sus hijos adolescentes o jóvenes toman una postura negativa ante Dios, teniendo en cuenta que en el hogar se les transmitieron los valores religiosos y años después, cuando alcanzan un poco de autonomía, libertad y razón, han decidido rechazar todo lo que represente Dios.

Cuando esta situación se presenta en las familias, algunos padres pueden reaccionar de manera coercitiva obligando al hijo a asistir a Misa o a las diferentes celebraciones religiosas. Otros padres optarán por dejarlo que se aparte y que él mismo vuelva a encontrase con Dios.
Partiendo de la base que no es fácil esta dificultad con los hijos, lo importante es obrar de una manera adecuada para impedir que ese alejamiento se aumente, pues muchas veces la sola reacción de los padres es la que hace que los chicos se aparten aún más.

Antes de explicar qué hacer cuando sucede esta problemática, debemos analizar previamente algunos factores determinantes:

La fe tiene varias etapas
La fe también tiene un ciclo natural en la vida del ser humano. Así como explicaba el Padre Calixto en su artículo para el periódico El Colombiano: “Nuestra vivencia religiosa discurre por cuatro etapas: Aquella fe de la primera Comunión. Una segunda que vivimos durante la adolescencia, llena de incertidumbres y altibajos. Otra más, que se esfuma y puede morir en nuestra edad adulta. Y quizás una cuarta: Fe recobrada, cuando ayudamos a los hijos en sus tareas de religión”.

Rebeldía, característica propia de los adolescentes
En esta etapa de la vida, los seres humanos atraviesan una etapa de inconformismo y un querer cambiar el statu quo. Muchas veces, ni siquiera saben contra qué se están rebelando, pero es esa búsqueda de identidad que ronda en sus mentes, la que los impulsa a desestabilizar todo lo que los rodea, incluso sus padres. Hay casos en que ni siquiera se rebelan ante Dios, sino ante sus propios papás, los cuales se convierten para ellos en una amenaza constante durante la adolescencia.
Si entendemos este contexto, podemos darnos cuenta de que la raíz del problema es otro y no necesariamente tiene que ser Dios.

Malas influencias
Una persona cercana a nuestro hijo, puede estar haciendo las veces de cuestionador de la fe. No nos olvidemos que durante la adolescencia y/o juventud los amigos son las personas más influyentes en nuestros hijos. Y una mala amistad puede hacer mucho daño. Cuando veamos cierto rechazo de nuestro hijo hacia la religión, comencemos a indagar sobre sus amistades, conozcámoslos, invitémoslos a casa y ojalá tengamos algún contacto con sus familias.
Si confirma que este es el problema, ni se le ocurra prohibir esta amistad, lo único que logrará será sentar una guerra con su hijo. Tendrá que usar otras tácticas más sutiles que lo alejen de esa inconveniente persona.


El control extremo
Ya no son niños y eso debe quedar muy claro. Ellos han crecido y son personas que pueden razonar, elegir y tienen poder de decisión, aunque todavía sean inmaduros. Cuando ejercemos un control extremo sobre los hijos, se nos puede devolver en nuestra contra. A estas edades, se supone que hemos educado en valores y confiamos en la educación que le hemos infundido a lo largo de estos años. Por tanto, no es recomendable obligarlos ni imponerles la religión, pues terminarán objetándola.

¿Qué hacer entonces?

1. Acompañarlos, nunca dejarlos solos
No nos engañemos, cuando nosotros mismos pasamos por la etapa adolescente también pudimos haber sentido desasosiego y algo de rebeldía. Así que hagamos un esfuerzo por comprender al hijo y acompañarlo en este proceso.

2. Nada de reproches y regaños
Aunque sabemos que nuestro hijo está equivocado, no es motivo para hacerle reproches o comentarios que lo hagan sentir mal. Este tema no se debe convertir en un tormento ni un espacio de “cantaleta” y regaños. Por el contario, el diálogo ameno y positivo le dará mejores resultados.

3. Nuestro ejemplo y coherencia
No hay mejor educador que el ejemplo. Debemos ser coherentes con la Palabra de Dios y hacer que nuestras obras sean acordes a lo que profesamos. Si los hijos ven que tratamos bien a las personas, somos honestos, respetuosos, responsables, pacientes, caritativos, amorosos, ellos captarán el mensaje y terminarán aceptando los beneficios de tener a Dios en la vida.

4. Hablarles positivamente de Dios, como un amigo, no como un castigador
Debemos transmitirles a los hijos la enseñanza de Dios de forma positiva, pues el Señor nos quiere a todos y perdona nuestras fallas. Presentémosle a Jesús como su amigo, su compañía, su protector.

5. Rezar por nuestros hijos
Por último, lo mejor que podemos hacer, es rezar por nuestros hijos, encomendárselos a la Virgen María para que vuelvan y se acerquen de nuevo al Señor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Sr:(no se con quién hablo)
Para nada estoy de acuerdo con vd. en que la solución a la apostasía de esta generación sea nuestra coherencia:lo sería nuestra debilidad, hoy como hace XX siglos.
Hoy, como madre,y con otras amigas que ven lo mismo en sus casas, veo que tenemos un problema diferencial. Ya no valen tontadas, ni buenismos. Al contrario:esto es una guerra. Somos millones las madres pidiendo a Dios la vuelta de nuestros hijos, corrompidos, alienados. Ni ejemplo de curas (mejor dejarlo) ni ejemplo de familias(mire la suya propia: todas mas o menos)
Nos hemos olvidado del hecho básico del cristianismo: Su presencia ente nosotros, que es un milagro en si.
No que seamos buenos, ni que nosotras, madres, seamos un buen ejemplo, nada de eso.
Así perdemos siempre. Esa no es nuestra fuerza. Nuestra fuerza es Él.
Lo demás son moralismos. Lo que vd. dice, es lo mismo que se viene diciendo desde hace 20, 30 o 40 años, y ha sido un total fracaso. Europa entera apostató ante tales tontadas.
Vale el dolor(el auténtico dolor pertenece a Xto)Y el conocimiento no vendría mal. Por eso, no diga bobadas, ni barbote moralismos.
Si mi mail le parece duro, no lo publique, y en paz.
Un cordial saludo

admin dijo...

Bendiciones!, y gracias por su comentario.
No somos santos, ni rechazamos nuestra vocación de santidad, seguimos siendo pecadores redimidos por el AMOR de Cristo, todos los días.
Dios es justo pero su AMOR es mayor, su perdón es inmenso. Enseñar a nuestros hijos una doctrina pre concilio es ir en contra de la de la Fe que profesamos y de la doctrina que enseña el magisterio de la Iglesia. El amor, la comprensión, siguen siendo el camino que Jesús no enseña, junto a nuestro sacrificio a nuestra cruz.
Nosotros, debemos enseñar con el ejemplo y la coherencia entre nuestra fe y nuestros actos, las imposiciones son par los carceleros no para los Cristianos.
Pero sobre todo, por gracia de DIOS. Todo es su gracia y nosotros debemos poner lo nuestro, lo mejor que podamos de acuerdo a la situación en las que nos encontramos. El que nos va a juzgar es Jesús. "Misericordia quiero..." empezando por nuestro prójimo cercano, nuestros hijos, esposos, amigos,etc. Esta doctrina de la imposición es casi medieval.
No se Europa,no se de su herida en el alma.En América y Argentina, seguimos creyendo que el AMor de Dios y el AMor al prójimo todo lo puede.
También vale, soy padre de cinco hijos de los cuales estoy orgulloso de que sigan y amen a Dios, y de las manifestaciones concretas de nuestro Señor en nuestras vidas.
Hermana, el AMOR a Dios y a nuestro prójimo no es reniego de nuestra fe cristiana.
FELICES PASCUAS!
Marcelo Admin.

admin dijo...

admin dijo...
Hola María Cristina, gracias por tu comentario. yo también soy padre, y a veces los hijos toman distancia no se si de la fe, yo creo que no, sino del culto, pero vuelven. Yo me aleje de Jesús muchos años, pero el me volvió a llamar y me hace la vida más feliz cada día.
No me cabe duda que tu fe y tu amor por tu hijo va a dar sus frutos en los tiempos que DIOS disponga.
Bendiciones!
Marcelo admin
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Toma, Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mí entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me baste.

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