SI A LA VIDA
EN QUE CREEMOS
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
martes, 13 de abril de 2010
11:30 | Publicado por
admin
El libro de nuestra vida tiene que estar escrito con fe y con amor, independientemente de lo que Dios haya querido escribir en él"
¿Nos hemos detenido a pensar por qué hacemos las cosas, por qué luchamos por ciertos ideales, por qué nos esclavizamos a ciertas necesidades, por qué y por qué y por qué...? Hay una manera poco común de afrontar la vida. La manera de los sabios y prudentes. La manera de la fe. La fe es la virtud por la que encauzamos todo nuestro actuar en el marco del querer divino. Por la fe vemos con realismo los avatares cotidianos y por ella ponemos en manos de Dios nuestras vidas para que las vaya guiando. Todo adquiere un sentido nuevo, trascendente, de plenitud personal y satisfacción humana. Porque la fe es lo que permite abrir el abanico de la acción más allá del cerrado horizonte personal.
Las modas, las rutinas diarias, el ir y venir de un lado a otro, el ambiente social en que vivimos, fácilmente puede ofuscar o nublar la perspectiva existencial de nuestra vida, el sentido de todo lo que hacemos. Se puede caer en el pesimismo o la desesperación, pues una vida nunca será lineal, sin dificultades. Pero cuando se está por encima de los obstáculos a través de la fe, estos adquieren una dimensión nueva, netamente positiva, la del hombre libre que ama y sabe el porqué de sus pasos en esta tierra.
Lo que importa en esta vida no es todo lo que hacemos, nuestros títulos, éxitos o fracasos. Lo que realmente importa es cómo lo hacemos y el porqué de lo que hacemos. La fe es esa pluma con la que se escribe una vida feliz, una vida plena, una vida en paz. El libro de nuestra vida tiene que estar escrito con fe y con amor, independientemente de lo que Dios haya querido escribir en él. Si realmente supiéramos sobre qué seremos examinados al final de nuestros días, ya hace tiempo que hubiéramos comenzado a escribir algo digno de leerse enfrente de todos los que nos conocieron, porque vivir para uno mismo es vivir sin Dios, y sólo Él es la verdadera fuente de la felicidad.
Las modas, las rutinas diarias, el ir y venir de un lado a otro, el ambiente social en que vivimos, fácilmente puede ofuscar o nublar la perspectiva existencial de nuestra vida, el sentido de todo lo que hacemos. Se puede caer en el pesimismo o la desesperación, pues una vida nunca será lineal, sin dificultades. Pero cuando se está por encima de los obstáculos a través de la fe, estos adquieren una dimensión nueva, netamente positiva, la del hombre libre que ama y sabe el porqué de sus pasos en esta tierra.
Lo que importa en esta vida no es todo lo que hacemos, nuestros títulos, éxitos o fracasos. Lo que realmente importa es cómo lo hacemos y el porqué de lo que hacemos. La fe es esa pluma con la que se escribe una vida feliz, una vida plena, una vida en paz. El libro de nuestra vida tiene que estar escrito con fe y con amor, independientemente de lo que Dios haya querido escribir en él. Si realmente supiéramos sobre qué seremos examinados al final de nuestros días, ya hace tiempo que hubiéramos comenzado a escribir algo digno de leerse enfrente de todos los que nos conocieron, porque vivir para uno mismo es vivir sin Dios, y sólo Él es la verdadera fuente de la felicidad.
fuente: Autor: José de Jesús González, L.C. | Catholic.net
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ACTO DE ENTREGA A DIOS
Toma, Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mí entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me baste.
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