Señor Jesús Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mi, que soy un pobre pecador.

SI A LA VIDA

SI A LA VIDA
NO al aborto

EN QUE CREEMOS

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

martes, 15 de febrero de 2011
Francis Collins es un genetista norteamericano, uno de los científicos más
brillantes de la actualidad, que ha sido el jefe del proyecto genoma humano durante más de 10 años y lo ha llevado a su culminación.

 El año 2005 presentó el proyecto ante el mundo junto con el presidente Clinton, y dijo: Éste es un día feliz para el mundo. Me llena de humildad y sobrecogimiento el darme cuenta de que hemos echado el primer vistazo a nuestro propio libro de instrucciones que previamente sólo Dios conocía1
.
Para mí, la experiencia de secuenciar el genoma humano y de revelar el más notable de todos los textos era, a la vez, un asombroso logro científico y una ocasión para orar2.

La ciencia es el único modo confiable de entender el universo. Pero la ciencia
no tiene capacidad para responder preguntas tales como ¿por qué el universo llegó a existir?, ¿cuál es el significado de la vida humana? ¿Qué sucede después de la muerte?3.

Yo era agnóstico, alguien que sencillamente no sabe si Dios existe o no.
Gradualmente, pasé del agnosticismo al ateísmo. Me sentía muy cómodo al desafiar las creencias espirituales de cualquiera que las mencionara en mi presencia y descartaba tales perspectivas como sentimentalismo y supersticiones pasadas de moda4.

Estudié medicina… Algo que me impactó profundamente en mis conversaciones junto a los lechos de las buenas gentes de Carolina del Norte era el aspecto espiritual. Fui testigo de numerosos casos de individuos cuya fe les daba una fuerte seguridad y paz absoluta, ya fuera en este mundo o en el siguiente, a pesar del sufrimiento que, en la mayoría de los casos, les había llegado sin que ellos hubieran hecho nada para  ocasionárselo… Un día, una viejecita que sufría diariamente por una severa e intratable angina de pecho, me preguntó qué era lo que yo creía. Sentí que mi cara
enrojecía mientras balbuceé: No estoy seguro. 

Ese momento me persiguió durante varios días. ¿No me consideraba a mí
mismo un científico? ¿Sacaba un científico conclusiones sin considerar los datos?
¿Podría existir una pregunta más importante en toda la existencia humana que si existe Dios? De repente, todos mis argumentos parecían débiles y tuve la sensación de que el hielo bajo mis pies se estaba quebrando. Caer en la cuenta de esto fue una experiencia totalmente aterradora.

Al principio, confiaba en que una investigación completa sobre la base racional
de la fe negaría todos los méritos de creer y reafirmaría mi ateísmo. Pero decidí mirar los hechos sin importar el resultado5.

Empecé un viaje de exploración intelectual para confirmar mi ateísmo, que
ahora estaba en ruinas, ya que el argumento de la ley moral y muchos otros temas me forzaban a admitir la posibilidad de la hipótesis de Dios. El agnosticismo ahora me parecía un refugio seguro de segunda mano y como una gran evasiva. La fe en Dios ahora me parecía más racional que el no creer.

También me quedó claro que la ciencia no me llevaría lejos para resolver la
cuestión de Dios. Si Dios existe, debe estar fuera del mundo natural y, por tanto, las herramientas de la ciencia no son las adecuadas para conocerlo. La decisión final tendría que estar basada en la fe, no en la evidencia. Así, aún acosado por las incertidumbres del camino por el que me había iniciado, tenía que admitir que había llegado al umbral de aceptar la posibilidad de una visión espiritual del mundo, incluyendo la existencia de Dios6.

Durante el primer año en que llegué a aceptar la existencia de Dios, me vi
atacado por dudas en todas direcciones. Pero me sentí aliviado al comprobar que no existía objeción alguna en mi lista que no hubiera ya sido aún más fuerte y claramente expresada por otras personas a lo largo de los siglos7.

Uno de los escollos más importantes para muchos buscadores honestos es la
innegable evidencia, a lo largo de la historia, de que se han hecho cosas terribles en nombre de la religión… Pero hay que recordar también que se han hecho cosas maravillosas en nombre de la religión. La Iglesia (hablo, en general, sin hablar de una religión concreta) ha jugado un papel importante en el respaldo de la justicia y de la benevolencia.

La Iglesia está hecha de gente caída. El agua pura y limpia de la verdad
espiritual está colocada en contenedores oxidados. Por eso, hay que mirar más allá de la conducta de los seres humanos pecadores para encontrar la verdad.
¿Condenaríamos a un roble, porque su madera se ha usado para fabricar arietes?
¿Culparíamos al aire por permitir que las mentiras viajen a través de él?


Por otra parte, reconozcamos que gran parte de nuestro sufrimiento y el de
nuestro prójimo, es causado por lo que nos hacemos entre nosotros. Es la humanidad, no Dios, la que ha inventado cuchillos, flechas, armas, bombas y toda clase de instrumentos de tortura. La tragedia de un niño atropellado por un conductor ebrio o de un hombre inocente que muere en el campo de batalla, difícilmente se pueden atribuir a Dios...

¿Debería Dios restringir nuestra libertad para evitar esa clase de
conducta maléfica?

Conozco a una joven estudiante universitaria que vivía sola durante unas
vacaciones de verano, mientras realizaba investigaciones, preparándose para una
carrera como médico. Al despertar una noche, descubrió que un hombre había entrado en su departamento. Colocándole un cuchillo en la garganta, el intruso ignoró sus súplicas, le vendó los ojos y abusó de ella. La dejó devastada, tanto como para revivir esa experiencia una y otra vez durante muchos años. El agresor nunca fue capturado.

Esa joven era mi hija. Nunca fue la maldad pura tan evidente para mí como esa
noche y nunca deseé con más pasión que Dios hubiera intervenido de alguna manera para detener ese horrible crimen. ¿Por qué no hizo que al agresor le hubiera partido un rayo o hubiera tenido al menos un cargo de conciencia? ¿Por qué no colocó un escudo invisible alrededor de mi hija para protegerla?

En raras ocasiones, Dios realiza milagros. Pero en la mayoría de las veces la
existencia del libre albedrío y del orden en el universo físico son hechos inexorables...

En mi caso, la violación de mí hija fue un reto para que yo tratara de aprender el
verdadero significado del perdón en una circunstancia terriblemente desgarradora.
Quizás fue una oportunidad para que yo reconociera que en realidad, yo no puedo
proteger a mis hijas de todo el dolor y sufrimiento. Tenía que aprender a confiarlas al amoroso cuidado de Dios. Ciertamente, mi hija diría que esta experiencia le dio la oportunidad y la motivación para aconsejar y reconfortar a otras personas que han sufrido esa misma clase de asalto8.

Tras veintiocho años como creyente, la ley moral sigue siendo para mí la más clara señal de Dios. Más que eso: apunta hacia un Dios que se preocupa de los seres humanos, un Dios que es infinitamente bueno y santo9.

No hay oposición entre la ciencia y la fe. Porque un mismo Dios ha creado a
ambas. Pero para muchos todavía es como una lucha sin tregua entre la mente y el corazón. Muchos materialistas creen que los avances de la ciencia hacen que la religión se quede obsoleta y afirman que estaríamos mejor sin Dios y sin religión.
Otros creyentes, ante estas ideas, ven los avances de la ciencia como peligrosos, sobre todo, cuando van directamente contra la moral como las investigaciones con embriones humanos, la clonación, etc.

¿Daremos la espalda a la ciencia porque a veces se opone a la moral? ¿Daremos
la espalda a la fe, considerando algunas actitudes poco cristianas de los creyentes o creyendo que no es necesaria? Ambas opciones son peligrosas. Ambas niegan la verdad del Dios creador. Por eso, debemos aceptar que el Dios de la Biblia, el Dios que vino a la tierra como uno de nosotros y permanece siempre a nuestro lado en la Eucaristía, es el mismo Dios del genoma humano y el creador de las leyes del universo, que los científicos tratan de descubrir. Lo importante es saber que Dios quiere la ciencia y la fe.

Ama a los científicos y ama a los creyentes, porque todos son sus hijos. Y desea que todos, como hermanos, se den le mano y crean en Él y lo amen, descubriendo
admirados las maravillas que ha dejado en la creación. Dios es amor y nos ama a cada uno. Por eso, la fe y la ciencia son dos alas para volar hacia el único Dios que nos espera más allá de las estrellas.

ACTO DE ENTREGA A DIOS

Toma, Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mí entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me baste.

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