SI A LA VIDA

NO al aborto
EN QUE CREEMOS
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
martes, 18 de enero de 2011
23:38 | Publicado por
admin
“El mismo Cristo que celebramos debe ser el mismo Cristo que vivimos”. Decir liturgia vivida es llevar una vida nueva, actuar como Cristo, pensar como Cristo, amar como Cristo, sentir como Cristo. Cristo resucitado es nuestra fuente y nuestra vida nueva.
No debe haber división entre liturgia y vida.
Las celebraciones son el momento de la siembra, pero después tiene que venir la vida que da frutos sabrosos. Si hemos celebrado el Ágape divino, debemos vivir ese amor a nuestro alrededor. Si hemos celebrado la santidad de Dios, debemos reflejar esa santidad de Dios en nuestra vida y en cada uno de nuestros gestos. Si hemos celebrado la muerte y resurrección de Cristo, debemos morir a nosotros mismos para vivir la experiencia del hombre nuevo, como nos dice san Pablo.
¿Por qué a veces se da esta separación: por una parte, la celebración, por otra, nuestra vida no responde a esa celebración? La respuesta es sencilla: por el pecado y nuestra miseria.
No debe haber división entre liturgia y vida.
Las celebraciones son el momento de la siembra, pero después tiene que venir la vida que da frutos sabrosos. Si hemos celebrado el Ágape divino, debemos vivir ese amor a nuestro alrededor. Si hemos celebrado la santidad de Dios, debemos reflejar esa santidad de Dios en nuestra vida y en cada uno de nuestros gestos. Si hemos celebrado la muerte y resurrección de Cristo, debemos morir a nosotros mismos para vivir la experiencia del hombre nuevo, como nos dice san Pablo.
¿Por qué a veces se da esta separación: por una parte, la celebración, por otra, nuestra vida no responde a esa celebración? La respuesta es sencilla: por el pecado y nuestra miseria.
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ACTO DE ENTREGA A DIOS
Toma, Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mí entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me baste.
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